Por: Félix Corona
Puerto Plata. Fue anunciado con anticipación, una vez más
los habitantes de varias comunidades en los márgenes de la vieja Carretera
Luperón realizaron fuertes protestas en demandas por la precariedad de esta
importante vía.
Hubo un tiempo en que la Carretera Luperón, hoy conocida
como “La Carretera Turística”, fue la
más importante vía de comunicación entre las provincias de Santiago y Puerto
Plata, valga decir, dos de las más desarrolladas poblaciones del país. Esta
carretera es además referente histórico por ser la ruta donde fueron asesinadas
las hermanas Mirabal, heroínas dominicanas.
Menos de 50 kilómetros unen a Gran Parada con Gurabo por medio de la serpentina Carretera Turística que cuenta con cerca de 400 curvas entre bajadas y subidas. En sus márgenes se encuentran decenas de vendedores con productos de la zona. El chicharrón, dulces, quesos, tortas de maíz, carnes y una gran variedad de frutas pueden ser adquiridos al transitar por la vía.
Cientos de familias obtienen el sustento diario de los
beneficios de sus ventas si hay quien compre. A pesar de ser la Carretera Turística
poseedora de impresionantes paisajes entre ríos y montañas que invitan a tomar
fotografías, a enamorarse de la vida y hasta desear quedarse a compartir con
sus respetables habitantes, hoy día ya no es lo mismo. Los negocios lucen
quebrados, sencillamente, si no hay tráfico vehicular no hay quien compre,
arrastrando hasta la miseria a personas que trabajan honradamente.
Entre las comunidades enclavadas en la ruta panorámica de la
Carretera Turística se encuentra el Distrito Municipal de Yásica, cuyo director
de Junta Distrital ha invertido cuantiosos recursos para mantenerle útil hasta
lo posible. La precariedad de esta importante vía se encuentra en el mismo
inicio de la parte norte en Gran parada, al llegar a Camú y las zonas de
entrada a Gurabito de Yaroa, Sonador, El 30, las proximidades de entrada a
Pedro García entre otros puntos neurálgicos que pueden destruir hasta un tanque
de guerra.
Toda esta gente se está quedando sin trabajo, sin una manera
digna de sobrevivir. No piden favores individuales a los administradores del
estado, solo reclaman que se repare la carretera que ha sido anunciada tantas
veces durante las campañas políticas. Cada vez que se aproximan las elecciones
envían equipos pesados y hasta han reparado uno o dos kilómetros, pero después de
ganadas, como magia desaparecen, agotando la paciencia, la esperanza y la fe de
la gente.
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