Por: Félix Corona
En algunas ocasiones creemos que todo está
perdido, que el mundo es un completo desastre y llegamos a desconfiar de
nuestros amigos, del policía, el sacerdote, el pastor, el maestro y hasta de
nuestra propia familia. (En algunas ocasiones con sobrada razón)
Esta corta historia de la vida real demuestra que todavía hay esperanza.
Hay quienes pueden comprar todo lo material y no son honestos, mientras que hay
honestos a pesar de sus circunstancias de pobreza material. Podemos salir
adelante a pesar del pesimismo de algunos.
Eran las primeras horas de la mañana, a pocos
metros de un banco comercial donde realizaba varias transacciones, fui testigo
de una acción, que me impactó considerablemente. Un señor de aproximadamente 65 años de edad,
sentado en el borde de una fuente agitaba sus manos haciendo gestos para que me
acercase a él. Un poco dudoso me acerqué hasta ver en sus manos el recibo de un
depósito o retiro bancario.
Como andan tantas personas en las zonas de
los bancos solicitando dinero, de manera no muy afectiva, antes que abriera su
boca le pregunté que deseaba conmigo. El señor, todavía sentado dijo, “usted
que trabaja con la alcaldesa Ilana, y que se ve un hombre de respeto”, antes
que terminara le interrumpí insistiéndole que fuera al grano inmediatamente.
“ok” me dijo, - usted cree que yo podría tener problemas por un dinero que me
dieron de más en el banco”, me explicó que fue a retirar el dinero de su
pensión mensual de cinco mil pesos y que al solicitar todos sus fondos, la
cajera le entregó la suma de $29,500 pesos.
El señor en cuestión se encontraba
atormentado y quería saber si caería preso al tratar de reembolsar el dinero al
Banco. Solo atiné a aconsejarle que fuera al banco a depositar el dinero que el
entendía no es suyo, y que si es de ellos en algún momento lo tomarían de la
cuenta, a lo que asintió contento.
Después de iniciar la marcha en mi vehículo,
miré al señor a través del cristal, todavía un poco nervioso por la fortuna en
sus manos que representan $29,500 pesos, él acostumbrado a vivir malamente con
cinco mil mensual. Detuve la marcha, esta vez lo llamé y el vino hacia mi. Al
acercarse le pregunté: ¿Qué función hacía usted para El Estado por la que le otorgaron
esa pensión? Me respondió “educador, siempre he sido profesor”
El pobre maestro no sabía que ya le habían
hecho efectivo el pago retroactivo de su pensión aumentada por orden del
presidente de la República, Lic. Danilo Medina.
¡Que gusto me dio saber de la disposición de
este muy humilde hombre!
A pesar de haber vivido con un mísero salario
de cinco mil pesos, estuvo dispuesto a reembolsar al banco lo que pensaba no
era suyo. ¡No más palabras!
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